Atreverse a describir la obra de
Francisca Blázquez es un atrevimiento equiparable a la osadía
Atreverse a describir la obra de
Francisca Blázquez es un atrevimiento equiparable a la osadía,
en el sentido más mayorativo del término, desplegada
por esos aventureros que, partiendo de su cómodo y conocido
entorno, emprendieron épicos viajes a remotos e ignotos
lugares, no recogidos por ninguna documentación cartográfica,
sin más referencia que su intuición o presentimiento de
que más allá de donde, con la categoría de
axioma, sus contemporáneos ubicaban el fin del mundo.
Con
este glosado prólogo, intento expresar que si tuviera que
confeccionar un catálogo pormenorizado de las sensaciones
metafísicas que percibo al contemplar su obra, tendría
que extenderme hasta el extremo de temer causar tedio en el lector de
dicho catálogo y, aún así, solo me sentiría
capaz de insinuar su conclusión con un pseudo punto y final.
Pero,
para analizar una obra pictórica, no basta con intentar
describir las etéreas sensaciones que nos provocan, ya que
éstas son la consecuencia de su visualización, lo cual
nos recuerda, automáticamente, que es un producto de lo que
llamamos artes plásticas.
Desde esa perspectiva o plano
intentaré resumir, igualmente, el aspecto técnico de
sus creaciones:
La
distribución de las masas o pesos que conforman sus
composiciones, fructifican en un equilibrio perfecto.
Las
combinaciones de sus luminosos colores, configuran resplandecientes
armonías cromáticas que nos abducen envolviéndonos
en la más diáfana pureza.
La
belleza de sus ambivalentes formas geométricas enriquece sus
creaciones trascendiendo los conceptos figurativos y abstractos, no
es y es arte figurativo, y, no es y es abstracción.
Hace
ya algunos años que tuve la ocasión de admirar por
primera vez su exuberante obra. Pero lo que he visto ahora, en
Diciembre de 2009, derriba las fronteras que delimitan los
“perímetros” dimensionales. Diluye las alambradas
de espino transmutándolas en pórticos que permiten el
libre tránsito interdimensional entre los diferentes mundos
antes aislados.
Si
solo dispusiera de un párrafo para explicar su obra, diría
que es el caleidoscópico paisaje que el espíritu
liberado de la materia podría contemplar a lo largo del
trayecto de un viaje celestial.
Entre
las personas que lean este esquematizado comentario, quienes no me
conozcan podrán pensar que es la clásica loa de
presentación, pero todos los que me conocen no dudarán
de la absoluta sinceridad de todo lo vertido en este escrito.
Francisca
Blázquez, me honra conocerte.
Gonzalo
Pozo ‘El Divino’
Ex
director artístico galerista
y reconocido pintor español resiente en Marbella
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