Exposición del 27 de abril al
12 de mayo de 2011 en la conocida y prestigiosa Galería de Arte Nader
Francisca Blázquez: Dimensionalismo, Nueva Luz, energía y esencia
La obra pictórica de Francisca Blázquez muestra la energía, la parte etérica, lo
que no se ve pero que la artista capta con concentración, atención y
consciencia.
Elabora creaciones energéticas, donde los siete colores: amarillo, sabiduría y
conocimiento; blanco, purificación y resurrección; verde, sanación; oro-rubí,
riqueza y dones; azul, templanza, seguridad y firmeza ante lo indeciso; violeta,
transmutación y cambio, además del rosa, el del amor; con sus ondas vibratorias,
la fuerza de su vibración y determinación esencial, se convierten en rayos, en
vibraciones que inciden y transmutan todo lo conocido y desconocido. De ahí que
su pintura posea una gran fuerza, que radica no tan solo en los colores, sino en
las ondas vibratorias que estos despiden, dado que están dotados de la esencia
amorosa y espiritual con que la autora madrileña y artista multidisciplinar con
más de 400 exposiciones en 17 países de tres continentes, les confiere. Estos
colores, juntos, conforman la Nueva Luz, que viene del centro de la galaxia, del
centro del universo y de nuestro propio centro interior.
Creadora del Dimensonalismo, concepto registrado por la artista de Madrid a
nivel mundial, que significa viajar a través de distintas dimensiones (cósmica,
etérica, espiritual, átmica y la dimensión del amor, entre otras), indaga en la
esencia de lo que vibra, en la energía que permite el movimiento de todo lo
existente tanto en este mundo como en otros mundos y sistemas de galaxias y
estrellas. Conecta con lo que interviene en el proceso de la existencia,
cambiando, transformando la evidencia en esencia, porque la fuerza de lo
espiritual nutre todo lo existente, ya que todo es luz, es decir conocimiento
trascendente.
De ahí que su pintura sea coherente, cohesionada, pero, a la vez,
sutil, evanescente, energéticamente fuerte, gratamente transformadora, nutrida
por lo que mueve el planeta tierra y los universos: el amor.
Un amor que va más allá del amor humano, que conecta con la parte divina que
todo lo que existe posee, porque todo es conocimiento y luz interior pero
también conocimiento y luz exterior, porque lo que es arriba es abajo y lo que
es abajo es arriba. En consecuencia lo que es dentro es fuera y lo que está
fuera es adentro. No hay divisiones, aislacionismos en la existencia tanto
terrestre como extraterrestre.
Es como un gran ecosistema material, emocional,
mental, vibracional, átmico y espiritual. Cada cosa en su dimensión, pero todo
interrelacionado, aunque no se ve o se pueda constatar a simple vista. De ahí
que la autora pinte con su Dimensionalismo lo que no se ve pero que existe, dado
que la existencia posee parte visible e invisible, pero todo dentro de una
dinámica de interactuación evidente.
Está claro que el resultado final son obras de gran colorido, de un cromatismo
exuberante, evanescente y/o directo, según sea el caso, dotado de fuerza,
determinación, fortaleza, evidencia sutil, gran amor sideral y terrenal, donde
el equilibrio y la belleza expresan la fuerza de lo que es, más allá de los
condicionamientos, más lejos de las anécdotas de la materia, porque la gran
verdad es la suma de pequeñas verdades, unidad en diversidad, en libertad, con
libre albedrío, interactuando, siempre en continuo movimiento hasta el infinito.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)