Cuando se mueve
el alma
Cuando Calimaco vio
la luz del atardecer en Alejandría preguntó: ¿Oh,
luz del atardecer cómo has caído? Quizá
solo quien ha estado en Alejandría puede entender el
color de la luz evocado por el poeta, y solo quien ve las
distintas intensidades de la luz puede revelarlas por el arte.
Después del oscurantismo, es la luz el elemento que
más concierne no solo al artista plástico sino al
poeta, al escultor, al arquitecto, físico, ingeniero,
matemático... la luz, origen de todo arte, es quien abre
el camino a la revelación.
En el
génesis la luz cobra un cariz sagrado. La luz
se hizo más no todos la pudieron ver. La obra plástica
de Francisca Blázquez muestra el modo peculiar de esta
artista de llegar a la luz: la ve desde el ojo interior, desde el
silencio que marca su obra cuando se mueve, recobrando la sentencia
de Heráclito: ‘sola se mueve el alma’.
El dinamismo de
Francisca nace de la quietud del alma que calla. He allí
su misterio, he allí el movimiento del sí mismo.
Caminar no es avanzar, sino permanecer en lo que se es. La
lucha, la tensión de la obra de Francisca se da en el interior
de las formas, en la tensión de su lenguaje porque solo ella
lo ve. Su soledad es permanecer en movimiento como un bello objeto
sagrado, como una reminiscencia aristotélica situada en el
centro del mundo, bajo la mirada del creador.
Creadora ella de
formas informes, nos informa de lo que ella vio, cuando está
callada, cuando está encerrada en su silencio, moviéndose,
dinámica, haciendo girar el mundo en derredor, haciendo
detenerse todo lo que merece ser contemplado.
Jeannette L.
Clariond
Diciembre 5, 2009.
Líbano.
-Jeannette L.
Clariond es poeta, traductora y ensayista mexicana. Ha sido
merecedora de la beca Rockefeller Conaculta, Beca de traductores
Banff y becaria en la Universidad de Yale. Ha publicado, entre
otros, Mujer
dando la espalda, Nombrar en vano, Desierta memoria, Los momentos del
agua y 5 Visiones, en coedición con Gonzalo Rojas-.
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