Mundo geométrico y retrato
interior
La
pintura de Francisca Blázquez se fundamenta en una visión
equilibrada y equidistante entre su núcleo de sentimientos, su
formación y la creación propiamente dicha. En este
sentido su obra se basa en la forma, que configura lo que podríamos
denominar su mundo geométrico que dibuja su retrato interior
como persona, porque la artista expresa con sinceridad lo que es en
realidad, sin subterfugios, con libertad e inocencia a la vez. De
esta manera idea, sentimiento, capacidad cromática, visión
pictórica y desarrollo técnico forman un todo armónico
en el que lo fundamental es el sentimiento originario que disfraza la
idea fundamental.
Explosiva,
energética, visualmente cromática, destacando el color
como pilar básico, enfoca su obra dimensional como ventanas
que abre para que el espectador pueda sentir con fuerza explícita
y verídica lo que ve. Palpar la geometría, profundizar
en la conciencia, en los instantes de la fuerza del arte.
De lo
visual, imágenes en cascada, que se entrecruzan, que exhiben
distintos universos imaginarios, diferentes ‘fotografías
visuales’ de una innovadora manera de entender la
estructuración de lo geométrico en su obra pictórica
más reciente.
Espacio,
culto a las zonas dinámicas, a la fidelidad con la pintura más
pura, visceral, directa, que se aparta de tortuosas representaciones
y complejas madejas que no conectan con ningún ovillo.
Su
obra posee la fuerza interior, la coherencia de la sabiduría
de los antiguos chamanes, que nos recuerdan de donde venimos y adonde
vamos. Todo ello conforma un universo vibracional que trasciende por
importancia más allá de las limitaciones de las propias
estructuras de la composición.
El
mundo geométrico de la creadora madrileña es muy
elaborado, posee carta de consistencia, pero, en realidad, parece
fluir con simplicidad, sencillez y determinación. No hay
planteamientos intermedios, sino una apasionada forma de entender el
arte y la vida que se comunica, en su caso, a través de la
geometría, conectando con el espíritu del cosmos, con
los fluidos del universo, empapándonos de su carta de
naturaleza.
A
veces, en circunstancias especiales, parece una médium que nos
une a los seres de luz del más allá y a las formas que
existen en otros universos muy lejanos. Lo importante es la magia que
destila su pintura y el humanismo universalista que nos transmite
invadiéndonos como un volcán desenfrenado
catapultándonos a dimensiones desconocidas.
Joaquín
Carnicer
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