Francisca
Blázquez, la magia de la forma
La geometría
de las formas es matemática y el cálculo para
configurarlas también. Pero en Francisca Blázquez,
artista multidisciplinar y universal, todo fluye cual extraño
acontecer sorprendente, como producto resultante de la magia
visceral, de lo inusual y directo. Configura una gran diversidad de
propuestas, una sutil e ininteligible madeja de situaciones visibles
e invisibles que van conformando la sustancia de lo geométrico.
No hay cálculo logarítmico, sino que surge de lo
fundamental, de la visceralidad del espíritu, cual alquimista
que transforma el metal de origen desconocido en oro. De ahí
que sus formas sean puras, sustanciales y posean la magia del
momento, del instante buscado que va más allá de lo
sutil para inscribirse en lo sublime.
Formas que son
esenciales, que están nutridas de colores contrastados,
de ordenamientos
específicos, de estructuras complejas y diversas para asentar
un discurso
directo. La magia de la creación de Francisca Blázquez
surge
de su arrolladora
personalidad creativa, de su fuego interno, que convierte
en ascuas las
estructuras y que regenera la materia de forma constante.
Color diverso,
acrílico, rojos pasión, azules de la espiritualidad
creativa, negros como la noche, amarillos dorados como soles
resplandecientes una mañana
de verano. No hay
nada filtrado, la niebla cromática no existe y la potenciación
del color en la
creación de Francisca Blázquez incardina la
verosimilitud de quienes están conformes con la progresión
infinita de las formas, incluso mucho más allá de los
soportes convencionales.
La investigación
de lo geométrico es visceral en el discurso de la creadora
madrileña porque pretende alcanzar la propagación de lo
sentido en un contexto sensacional.
En su progresión
pictórica se da una eliminación de obstáculos,
una profundización en las gotas del magma de los elixires que
destila sabiduría inocente en las formas marcadas, en los
recovecos del alma dormida de la artista considerada como alquimista
pura.
Experimentadora de
lo geométrico, huye de los cálculos porque su
existencialismo visceral es superior a lo programado. No hay frialdad
que valga, ni prolegómenos sutiles, sino cálculos del
corazón, vísceras que esparcen sus magmas a través
de formas concretas que se nutren de los colores de la vida.
Es una maga de la
forma, druida de los colores intensos, protege la vida a través
de la energía que su obra expande por todos los rincones que
en el mundo han sido.
La magia de la
obra es quien marca la diferencia entre creadores técnicos,
auténticos burócratas del arte, de los verdaderos
artistas. Francisca Blázquez es una artista universal que sabe
inocular magia a todo lo que toca, transformándolo en oro
puro.
Mario Ángel
Marrodán.
De la
Asociación Internacional de Críticos de Arte.
|